¿Qué es eso de la teoría queer? ~ UNA VISTA PROPIA

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25 de mayo de 2007

¿Qué es eso de la teoría queer?

¿Qué es la teoría queer? ¿Qué significa esa palabra que tanto cuesta traducir al español1? Harían falta muchas páginas para explicar los significados y las críticas de ese término y teoría (aunque deberíamos decir teorías, porque hay varias corrientes).

En su sentido original, “queer” significa “raro” en inglés. Se usaba como un insulto contra aquellos que estaban relegados a los márgenes de la sexualidad dominante (como “bollera” o “marica”) pero ha sido reapropiado por quienes recibían ese insulto. De este modo, se han convertido -por primera vez- en los productores del discurso sobre sexualidad (las minorías sexuales siempre han sido el objeto estudiado, el “otro”). Ahora son, como dice Beatriz Preciado, “el sujeto de la enunciación”.

Uno de los valores más importantes del término es no ser algo estanco, esencial. Sino estar en permanente evolución, como las personas. Y esa es, también, una de las ideas en las que están de acuerdo los que usan la teoría queer: la identidad no es una esencia sino un continuo.

¿Y qué quiere decir esto? No es fácil de explicar. Posiblemente, si uno nunca ha tenido la presión de cuestionarse quién es en términos de su identidad de género o sexual, e incluso aunque lo haya hecho, estas ideas le pueden sonar pretenciosas e incluso potencialmente dañinas. Pero somos muchas las personas que nos cuestionamos que los conceptos de hombre y mujer son una construcción social. Que todo es mucho más complicado de lo que nos dicen, que podría ser lo siguiente: Un ser humano nace. Y en función de sus genitales (especialmente) y de sus cromosomas, se le pone en una de las dos casillas posibles. En ellas les espera un pack que le acompañará el resto de su vida y que contiene desde una categoría de ropa hasta un set de valores (que son diferentes para cada grupo). Pero esas casillas no están flotando en el aire: cada una está colocada en un extremo de una recta. Nos dicen que son opuestas y diferentes: Hombre y Mujer. A partir de ahí, sigue la película. Esos seres, desde sus casillas respectivas, están llamados a atraerse (heteronormatividad), a tener hijos y perpetuar la especie.

Pero resulta que las cosas no son tan simples, que ese planteamiento se cumple en algunas personas pero no en todas. Lo cual hace que algo considerado esencial, lo esperable, lo evidente, se demuestre como una construcción. Nos dicen que las cosas siempre han sido así, pero es mentira. Se van moviendo, sin que los de cada época se den cuenta de los cambios.

A estas alturas, gracias a los movimientos feministas, se ha más que cuestionado ese set que se supone propio de cada sexo. Tanto en el plano de los roles y valores (mujeres fuertes, hombres que lloran, padres que cuidan a sus hijos, hombres que visten y gesticulan de un modo considerado femenino y viceversa, etc.) como en el de la identidad sexual. Pero, ¿y esas dos casillas en sí? ¿no podrían ser una construcción también? ¿Se han preguntado alguna vez por qué el mundo está dividido sólo en dos sexos, hombre y mujer, que se suponen opuestos? ¿acaso siempre ha sido así?

No. No ha sido siempre2. Thomas Laqueur3 explica cómo hasta el siglo XVIII existía un sexo: el hombre; y una versión imperfecta: la mujer. Se consideraba que tenían los mismos órganos genitales, pero el ser imperfecto no los había sacado al exterior4. En algunas culturas consideran la existencia de tres sexos y algunos sexólogos llegan hasta considerar la existencia de cinco sexos en la nuestra (Anne Fausto-Sterling). Honestamente, me da igual si hay una, dos, o quinientas categorías… Lo importante es darse cuenta de que el modo en que se ha dividido nuestro mundo es una construcción, a pesar de que nos dicen lo contrario. Y que esa construcción es muy dolorosa. Especialmente para aquellas personas que no encajan en los moldes esperados. ¿Sabían que, según la Intersex Society of NorthAmerica, uno de cada 100 bebés no nace con los genitales “esperados”?5 en vez de usar esta realidad para cuestionar ese concepto de hombre (pene de determinada longitud, testículos y cromosomas XY) y mujer (vagina, mamas y cromosomas XX) que gravita en nuestra cultura, se transforma a la persona, sin su consentimiento, nada más nacer. Es como si alguien decidiera que sólo hay dos tallas de zapatos posibles y que en función de ellas eres una cosa u otra. Imaginen que ustedes van a probarse unos zapatos y su pie no encaja en ninguno de esos dos números. En vez de fabricar más tallas, el dependiente te alargará el pie o te lo encogerá como pueda hasta que quepa en uno de los dos modelos. Podrías elegir salir de la zapatería y caminar descalzo, pero este mundo está lleno de cristales rotos. Y cuando eres un bebé ni siquiera tienes la posibilidad de elegir. Alguien con una bata blanca se encargará de que encajes. Como sea.
Pero esta necesidad de demostrar que somos un reflejo de un molde ideal nos afecta a todos. Porque no se queda sólo en la cuestión genital (sexual): hay que demostrar continuamente que somos hombres o mujeres en nuestro aspecto, roles, … (género). Es lo que Judith Butler llama la performatividad del género. Estamos construyendo nuestra identidad constantemente.6
Así pues, la teoría queer plantea que tanto el género como el sexo son una construcción, un planteamiento que está en permanente contestación. Lo importante es que la teoría queer ha tirado una bomba a diversos campos teóricos y eso está aportando un debate muy enriquecedor.

Activismo y teoría
Podríamos decir que hay dos vertientes de lo queer: el ámbito teórico, con gente como Judith Butler, Teresa de Lauretis, etc., y el activista, con grupos como ACT UP, Queer Nation,… La influencia que ha tenido esta teoría en el mundo académico norteamericano es grande. Aquí conocimos grupos como LSD o la Radikal Gai en los 90, pero es ahora cuando se está planteando lo queer desde el ámbito académico.

¿Y qué es la teoría “queer”? Si me permiten la metáfora, es como unas gafas para ver la realidad. Unas gafas bifocales, de esas que te permiten ver de lejos y de cerca. Hasta ahora, usábamos dos gafas importantes (entre muchas otras): las del género y las de la identidad sexual. Cuando hablábamos de ser hombre o mujer, nos poníamos las de pasta. Y cuando cambiábamos de tercio y hablábamos de homosexualidad y heterosexualidad, nos poníamos las de metal. Pues con la teoría queer, tenemos todo en uno: cuando analizamos un tema, nos fijamos en todos los aspectos que lo configuran, no sólo en el género y en la identidad sexual, sino en la construcción étnica, en la de clase, etc., y en cómo se relacionan entre ellas. Queer, como herramienta teórica, es sinónimo de cuestionar, de no dar por hecho nada, ni siquiera la propia teoría queer; o no creer que hay una sola verdad, o que la identidad es algo compacto e inamovible. Es una forma de percibir la realidad, por eso se usa tanto en el mundo de los estudios literarios como en el de las ciencias sociales.

A nivel militante, queer es estar abierto a la diversidad, a no esperar conductas normativas, a no definir el género de una persona en función de sus genitales, a cuestionar las jerarquías, el modo en que nos presentan el mundo, a visibilizar otras realidades… Cada uno saca su propia lectura.

Lo que he aprendido desde que empecé a leer, a debatir y a ver el mundo con estas gafas queer, es a sumar de verdad. Nunca había entendido el concepto de diversidad hasta que fui consciente de la abrumadora cantidad de identidades que nos rodean y de cómo mi propia identidad no encuentra definición posible con unos términos y clasificaciones caducos. Los sigo usando, por cuestión práctica y política, pero no son suficientes para explicar quién soy. Somos millones de personas para tan pocas casillas: hombre o mujer. Homosexual, bisexual o lesbiana. En mi interpretación queer no pretendo eliminar las categorías que hay, eso es, restar, sino construir otras o defender el derecho a no tener que encasillarse en ninguna. Lo único claro que tengo es que esto es un juego y nosotros somos las piezas. Y nos vamos dejando la vida en él...

1. Una respuesta brillante es la llevada a cabo por la española Beatriz Preciado en Manifiesto contrasexual
2. Ver Transexualidad, transgenerismo y cultura para tener una visión más clara de este asunto.
3. La construcción del sexo
4. Un famoso médico español del siglo XVI, Huarte de San Juan, decía lo siguiente: “Y es que el hombre, aunque nos parece de la compostura que vemos, no difiere de la mujer, según dice Galeno, más que en tener los miembros genitales fuera del cuerpo” (Examen de ingenios para las ciencias.)
5. www.isna.org “The Intersex Society of North America (ISNA)
6. La construcción del género es una de las ideas clave de la teoría queer, pero resulta difícil explicarla en pocas palabras.


Carmen Hernández Ojeda
Nodo 50.org - Madrid

http://www.nodo50.org/upa-molotov/textos/molo34/queer.htm

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay diversas identidades sexuales personales, es verdad; pero las mayoritarias son la masculina en los hombre, y la femenina en las mujeres. Esto se comprueba porque la humanidad existe, y existe porque la atracción sexual mujer-hombre también existe. Cuando esta desaparezca, no habrá género humano. El dimorfismo sexual cerebral hombre-mujer existe desde la gestación y se reafirma con las hormonas. Claro está, hay otras identidades, de modo que la identidad masculina y la identidad femenina no impiden otras variantes, pero estas variantes tienen también base cerebral y hormonal, no cultural, y no son "construcciones sociales". Busquen "dimorfismo sexual cerebral" en Internet. Lean neurociencias todos los días y abandonen el idealismo anticientífico.

Víctor Hurtado Oviedo.